Introducción 
Contexto histórico
Todos los seres tienen una finalidad. Por ejemplo, el fin del cuchillo es cortar correctamente. Pero los seres inanimados, que carecen de conocimiento, no pueden alcanzar su fin si no es porque una criatura inteligente los empuja a ello. Por ejemplo, somos los seres humanos los que, haciendo uso de los cuchillos, los llevamos a que cumplan su fin.
Los seres inteligentes tienden a fines más elevados, pero también obran conforme a un fin. Y de la misma manera necesitan una inteligencia más elevada que las guíe y conduzca hacia el cumplimiento de su finalidad. Esta inteligencia elevada, que dirige a todas las demás hacia su finalidad, es a lo que llamamos Dios.