Introducción 
Contexto histórico
El desarrollo sistemático del empirismo es obra de la Edad Moderna, y en especial de la filosofía inglesa de los siglos XVII y XVIII. Su verdadero fundador es John Locke (1632‐1704). Locke combate con toda decisión la teoría de las ideas innatas. El alma es un “papel blanco”, que la experiencia cubre poco a poco con los trazos de su escritura. Hay una experiencia externa (sensation) y una experiencia interna (reflexión). Los contenidos de la experiencia son ideas o representaciones, ya simples, ya complejas. Estas últimas se componen de ideas simples. Las cualidades sensibles primarias y secundarias pertenecen a estas ideas simples. Una idea compleja es, por ejemplo, la idea de cosa o de sustancia que es la suma de las propiedades sensibles de una cosa. El pensamiento no agrega un nuevo elemento, sino que se limita a unir unos con otros los distintos datos de la experiencia. Por lo tanto, en nuestros conceptos no hay contenido nada que no proceda de la experiencia interna o externa. En la cuestión del origen psicológico del conocimiento, Locke adopta, por ende, una posición rigurosamente empirista. Otra cosa es la cuestión del valor lógico. Aunque todos los contenidos del conocimiento proceden de la experiencia ‐enseña Locke‐, su valor lógico no se limita en modo alguno a la experiencia. Hay, por el contrario, verdades que son por completo independientes de la experiencia y, por tanto, universalmente válidas. A ellas pertenecen ante todo las verdades de la matemática. El fundamento de su validez no reside en la experiencia, sino en el pensamiento. Locke infringe, pues, el principio empirista, admitiendo verdades a priori.
Plan de clase 
Bibliografia 
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Cornford, F.M., Antes y después de Sócrates, Ariel, Barcelona 1980. Cornford, F.M., De la ciencia a la religión, Ariel, Barcelona 1984.
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Reale, Giovanni. Historia del pensamiento filosófico y científico. Herder. 1988
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Jaeger, W., La teología de los primeros filósofos griegos. F.C.E., México, 1998