Introducción 
Contexto histórico
El atributo esencial de los cuerpos en el universo es la fuerza. Por fuerza entiende “la tendencia del cuerpo de mover o de continuar su movimiento.” El universo se encuentra construido por unidades de fuerza. Cada cuerpo consiste de numerosas unidades de fuerza, y toda la naturaleza consiste de un infinito número de dichas unidades: mónadas o átomos de fuerza. Cada mónada es eterna, no puede ser destruida ni cambiada. Cada mónada tiene diferentes grados de claridad. Las más turbias son mónadas que forman plantas. menos claras forman animales. Las mónadas que forman al hombre son más claras. Pero las más claras de todas las mónadas forman a Dios. De un extremo se encuentra la materia orgánica: rocas; y del otro extremo: Dios. Cada mónada contiene en sí misma al universo entero. Al no tener “ventanas” contiene todo lo que va a suceder desde su inicio. Cada mónada se realiza según su naturaleza con una necesidad interna. Nada hay en la mónada que no haya estado ahí desde el principio. Los cuerpos orgánicos, los seres vivos, contienen la “mónada reina” o el alma que es el principio director de las demás mónadas que hacen al cuerpo. Ninguna mónada puede influir en otra. Dios creó las mónadas para que operen de manera armónica desde el principio. Cuando una mónada hace algo, no se interpone con otra mónada. Todas las mónadas actúan en conjunto tal como un organismo. El universo de Leibniz no es mecánico sino está vivo. Se encuentra compuesto de diferentes mónadas según su grado de claridad.
Plan de clase 
Bibliografia 
-
Cornford, F.M., Antes y después de Sócrates, Ariel, Barcelona 1980. Cornford, F.M., De la ciencia a la religión, Ariel, Barcelona 1984.
-
Reale, Giovanni. Historia del pensamiento filosófico y científico. Herder. 1988
-
Jaeger, W., La teología de los primeros filósofos griegos. F.C.E., México, 1998