
Introducción 
Contexto histórico
Uno de los grandes personajes que dan pie a la Filosofía Medieval es San Agustín. Hijo de Santa Martha y Patricio en Cartago, África. Vivió una juventud despreocupada y escéptica, alegre e inconsciente. Su profunda sinceridad le lleva a plantearse profundos problemas filosóficos sobre la verdad y el sentido de la vida. En un principio profesó la filosofía gnóstica del persa Mani (maniquea) que defendía la existencia de dos principios, uno del bien y otro del mal que luchan entre sí. Luego abandona el escepticismo por antinatural e ilógico. La filosofía platónica abrió la mente de S. Agustín a las verdades eternas. En esta búsqueda de la verdad se convierte gracias a su sinceridad y a las oraciones de su santa madre. En su obra Confesiones narra su peregrinar y se muestra el espíritu apasionado, siendo obispo de Hipona, lucha contra el paganismo y las herejías. En su Ciudad de Dios afirma que la historia se forma de la trama de las acciones libres de los hombres ordenada por la Divina Providencia en donde en la Ciudad de los Hombres se aman más a ellos mismos y no a Dios, lo que significa estar sumidos en la Caverna; en cambio, en la Ciudad de Dios los hombres aman más a Dios que a ellos mismos, lo que les da pie para entrar en el mundo de las Ideas.